Cuando los estadounidenses llegaron al mismo campo de concentración, los prisioneros les advirtieron que estaban convencidos de que Ilse había hecho matar a los que tenían tatuajes para hacer lámparas con su piel.
Años mas tarde, a un joven llamado Mark Jacobson le regalaron un lampara de unos 35 dolares, su amigo le llamó; al principio no sabía muy bien de qué se trataba, aunque ya sabía que era un objeto diferente. Al principio, Mark Jacobson no le dio mucha importancia a la lámpara que llegó a su casa en abril de 2007. Relata que pocos meses después, cuando empezó a investigar sus orígenes, se dio cuenta de que, además de que era real, nadie se quería quedar con el objeto. A todos les incomodaba su presencia, si se puede utilizar esta palabra para referirse a esta pieza. Después de todo, la pantalla, defiende Jacobson, fue parte de un ser humano. Parece que del pecho de alguien, después de consultar con varios expertos. Es de donde se sacan las piezas más grandes. Además, se añade que para muchos la piel es lo que más cerca está del alma. A simple vista, la lámpara es pequeña, sobria y tiene una pantalla beige y algo reseca. Pero al mirarla con más detenimiento es posible ver que no se trata de marcas de un pergamino sino de la trama de tejido humano
Pero como la lampara tambien hubo otros objetos realizados con piel humana, algunos fuera del regimen nazi.
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