Este relato narra la historia de un hombre herido, quien con su sirviente pasa la noche en un castillo abandonado recientemente. El castillo era suntuoso y estaba decorado con hermosos tapices y se destacan numerosos cuadros. El hombre tiempo después se recuesta para descansar y sobre su almohada encuentra un libro con la descripción y críticas hacia las obras de arte que decoraban el castillo. Entonces cambia de lugar la posición del candelabro y se ilumina un sector que antes se hallaba oscuro, y descubre la presencia de un retrato oval de una joven. Así procede a leer su historia. Ella era una mujer de singular hermosura que se enamoró de un pintor con el cual se casó. Su esposo era un apasionado por la pintura, mientras que ella amaba todo excepto al arte, que era su rival, y le arrebataba el amor de su marido. Más detestó el deseo de su esposo de retratarla, y así ella se lo permitió. Así tenía que subir a su torre para ser pintada durante horas. El tiempo pasaba y la joven se iba debilitando sin que su esposo lo notase ya que nunca la miraba por estar obsesionado con aquella pintura. Nunca le recriminaba nada al ver que él amaba lo que hacía. Entonces el pintor llegó a enloquecer de pasión hacia su obra, y con cada pincelada le quitaba vida al modelo que tenía frente. Al finalizar su obra, comprobó que toda la vida de su amada estaba dentro de la pintura, y que su esposa estaba muerta.
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